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BARCELONA EN LOS AÑOS 1930 

Con la llegada de la Segunda República y la libertad de prensa, el cartel se convierte en un arte muy popular. En 1932, Clavé gana el segundo premio en un concurso de carteles, organizado por la Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona, y decide que abandonará su trabajo como pintor de brocha gorda en cuanto se le presente una oportunidad artística. Esta llega a principios de 1933, cuando la empresa CINAES – Cinematografía Nacional Española – busca un cartelista. La CINAES necesita un ilustrador para promocionar películas americanas, españolas y francesas en estreno, en las fachadas y vestíbulos de los cines “El Capitol, El Catalunya, El Fémina, El Tívoli”. Antoni Clavé es contratado. Debe realizar cinco carteles por semana con el objetivo de despertar el interés de los transeúntes para que compren una entrada. Son trabajos rápidos, gráficos y efímeros, no impresos como los carteles publicitarios oficiales, sino obras pintadas sobre papel de embalar y pegadas en las vitrinas de los cines. Su destreza técnica y los trucos aprendidos como pintor de brocha gorda se ponen enseguida al servicio de su invención pictórica. 

Y ahora qué, 1934. © Antoni Clavé, VEGAP, Barcelona, 2025 

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