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AMOR

En el verano de 1915 Marc Chagall se casó con Bella Rosenfeld. En su autobiografía, el artista relató de forma poética las sensaciones que su amada le provocaba: «Yo solo abría la ventana de mi habitación y el aire azul, el amor y las flores entraban con ella». Bella fue la compañera y musa de Chagall hasta su prematura muerte en 1944, y aparece en multitud de los cuadros que el artista pintó durante toda su vida.

 

Bella y Chagall sentían el amor como una fuerza poderosa que les ayudaba a hacer frente a los obstáculos de la vida.

 

La intensidad de su unión les eleva por encima de la vida cotidiana. La ausencia de gravedad, ese dulce flotar por el azul brillante, es la transcripción visual de la exaltación del amor.

 

Y junto al amor, los ramos de flores aparecen coloridos y armoniosos en las obras de arte de Chagall. Multitud de flores estallan en color: violetas, rosas, peonías…, llenas de vida, de sueños y de esperanza. Y siempre acompañadas de una pareja de enamorados, como símbolo del paraíso.

 

Como evocaba el artista: «Bella me dio la primera flor... Podrías preguntarte durante horas qué significan las flores, pero para mí, son la vida misma, en todo su feliz brillo. No podríamos prescindir de las flores».

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