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FRANCESC FÀBREGAS

 

(Sant Just Desvern, Barcelona, 1950) inicia su trayectoria profesional como fotógrafo en los años 70. Hasta finales de la década de los 90 su actividad principal transcurre en el seno del ámbito musical siendo el fotógrafo oficial de la revista Vibraciones y, más adelante, editor y fotógrafo de  las revistas Rock Espezial y Rock de Lux.

 

Desde principios de los años ochenta y hasta 2010, la carrera profesional de Francesc Fàbregas está vinculada a Televisió de Catalunya (TV3), donde desempeña diversas responsabilidades: entre ellas, director y productor ejecutivo de programas culturales, musicales y especiales; además de ser responsable de la programación del Canal 33. En ese tiempo crea y dirige el programa musical Sputnik, por el que recibiría en 1991 el Premi Ciutat de Barcelona; e impulsa espacios de culto como Jazz &Co, Hidrògen, Autògrafs, Rodasons, Karakia, 3º 3ª, Silenci?, Loops!, Territoris, K33, Colors en sèrie y Òpera en Texans.

 

Su obra ha sido expuesta en numerosas instituciones e iniciativas tales como la sala Barradas de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), Festival Fotòpsia en Castellbisbal (Barcelona), la sala Vinçon de Barcelona, el Festival Getxophoto (País Vasco), Proyecto persona que tiene alma (Miami), Festival Rawson (Patagonia - Argentina), Museo de Historia de Cataluña (Barcelona), Arts Santa Mónica (Barcelona), Festival Kosice 2013 (Eslovaquia).

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La colección de fotografías “En directe”, disparada por Francesc Fabregas, nos

remite a una partitura visual que oscila entre la crónica y el testimonio gráfico de

toda una época. Como si fuesen notas musicales, el fotógrafo sitúa sobre el

pentagrama del tiempo, una serie de retratos que sirven para componer una

melodía que evoca la historia de la música y sus protagonistas.

​

En sus disparos, Fabregas no busca plasmar el impacto fotográfico que producen

los espectaculares efectos lumínicos de un concierto. Tampoco el impactante

escenario que suele rodear a los protagonistas. Y mucho menos, la fotogénia de

un publico entregado en trance de celebración. Fabregas, desnuda al personaje

de la parafernalia propia del concierto y busca en él, lo esencial: el cuerpo, el

alma, la expresión, la mirada, y sobre todo la voz.

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Creo que un buen retrato es obra de dos, el fotógrafo y el fotografiado. Para que

ese momento mágico se produzca, es necesaria una generosa y completa entrega

por ambas partes. Podría decirse que en estas imágenes, el fotógrafo está

huérfano de complicidades, porque el que está delante de la cámara, solo puede

entregarse a su propia interpretación. Es el oficio y buen hacer del que dispara el

que debe enfrentarse en solitario a la búsqueda y elección de ese instante

irrepetible que deberá ser congelado en el tiempo. Fabregas domina

perfectamente ese terreno: su manera de mirar y su modo de ver, dotan a esta

colección de fotografías de un incuestionable valor documental, pero sobre todo,

de un sello autoral propio e irrepetible.

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​

-Manuel Outumuro

Con la colaboración de

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